Desde el silencio
Responsable - Con Raquel Paiz

Responsabilidad (a secas)

Amante como soy de las palabras, reconozco que no tenía ni idea de la existencia de una habilidad consciente para responder. Se llama “responsabilidad” (a secas) y es una dádiva de la conciencia. Y una abanderada de la libertad (glubs). Se puede ser hábil para responder. Y yo, sin saberlo… Cuando lo leí el otro día -y no exagero- sentí un escalofrío por la espalda. Les explico por qué.

Del latín responsum -responder-, al parecer significa “responder, dar respuesta al llamado de otro. Y con lo vocación de cumplir con las obligaciones personales, familiares, laborales y ciudadanas”. Hasta aquí, todo paradójicamente “controlado”.

¿Cuándo me recorrió un escalofrío?

Cuando en un mínimo destello de luz, supe que responsabilidad es también la obediencia a la propia conciencia.

Y eso, créanme, de alguna manera, me hizo sentir libre. Libre para decidir y para tomar las riendas de mi vida. Libre, si acaso, incluso para entrenar la conciencia con la práctica de la meditación, mindfulness y atención plena.

Leía también sobre la doble flecha, una de las grandes enseñanzas de Siddartha Gautama, el Buda-. Y que, con independencia, o no, de si comulgamos con la tradición budista, plantea uno de esos magisterios universales de los que nadie debería poder huir. Dolor y sufrimiento.

El dolor, tan inherente (y, a veces, hiriente) como la propia vida. El dolor universal ante la única gran certeza con la que nacemos: enfrentarnos a la muerte. A la propia y a la ajena. A la enfermedad. Al envejecimiento. Enfrentarnos, en definitiva, a los surcos de la vida. La primera de las flechas: el dolor.

Y el sufrimiento, que, para quien suscribe estas líneas, no es sino el dolor ante el dolor. El miedo a ese dolor inherente a la vida. La ignorancia y el intento de aferrarse a lo efímero. A lo impermanente. La interpretación del dolor. La necesidad asfixiante de mantener siempre vivo y cercano lo placentero. Y huir, como alma que lleva el diablo, del dolor. Del sufrimiento… La doble flecha. El miedo al miedo. El dolor ante el dolor. Y esa extraña creencia sobre la incapacidad para “dolerse” y (sobre)ponerse al dolor.

Y ¿saben?

Ante los avatares de la vida, porque vivir -como todo- entraña sus riesgos- poco o nada se puede hacer. Del dolor de la vida, de la pérdida y del inexorable paso del tiempo… no soy culpable, me repito una otra vez. De lo que quiera que sea que traiga la vida, no soy culpable. Ni ante mis viejas decisiones. Ni ante las decisiones del otro. Ni ante ese “ayer”, que ni siquiera ya existe…

Pero qué liberación saber que puedo entrenar la atención plena, contribuir a apagar el piloto automático y desplegar la habilidad para responder responsablemente. Desarrollar los recursos y las herramientas que, por nuestra mera existencia humana, también nos pertenecen y que, solo de mí, depende responder con algo tan íntimo, tan sagrado, tan honorable y valioso… como la presencia y la consciencia. Tan anclada a este momento que es ahora. Tan único. Tan irrepetible….

Y tan generosa es esta habilidad para responder, que me ofrece todo el tiempo del mundo -contenido incluso en un instante eterno- para detenerme y hacer gala de esa -a veces- denostada habilidad para responder y que (qué alivio) me hace libre para tomar mis propias decisiones. Vislumbrar que, también en mitad del bullicio, del ruido, de la tempestad… puedo detener la impulsividad y la compulsión… y saber(me) libre, asimismo, para decidir cómo interpreto y cómo me relaciono con ese dolor consustancial a la vida.

Libre para recordar (en su maravilloso significado de “volver a pasar por el corazón”) que todo en esta vida es efímero. Incluso el dolor. Y el placer. Y la emoción. Y el pensamiento. Y el deseo. Y la indiferencia…

Y que soy libre para responder con conciencia y detener esa locura en la que parecemos andar siempre inmersos. A ciegas. En piloto automático. Sin tiempo para apreciar siquiera aquello a lo anhelamos aferrarnos…

Y otra vez, la paradoja…

Responsable, libre y hábil para responder y obedecer los dictados de la conciencia (y del corazón).

 

Raquel Paiz

Desde el silencio

Raquel Paiz

Periodista. Comunicadora. Autora le libro "Conversaciones en la azotea" en la colección Ites de Olé Libros en 2022.

4 respuestas a “Responsabilidad”

  • Que Maravilloso leerte!
    «Pero qué liberación saber que puedo entrenar la atención plena, contribuir a apagar el piloto automático y desplegar la habilidad para responder responsablemente»… y qué bien y que suerte y cuánto amor…
    Gracias siempre.

  • Cuanta verdad hay en tus palabras, las cuales comparto desde hace un tiempo, y que han sido las mejores amigas para ser y estar.
    Lección de vida para los que hemos estado perdidos, y deseamos encontrarnos. He descubierto el camino y no me importa donde me conducirá, pues vivo con la intención de vivir en el hoy y ser al fin libre. Gracias Raquel

  • Me he emocionado tanto leyéndote,que hasta he llorado. Creo que estamos demasiado anestesiados y el despertar de la conciencia, hay que entrenarlo tomando precisamente eso, conciencia y si es plena como la que tú describes,mucho mejor. Muchas gracias y enhorabuena de corazón por tus palabras 👏👏👏😘

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