Una taza de té [i]
Nan-in, un maestro japonés que vivió en la era Meiji (1868-1912), recibió a un profesor universitario que acudió a preguntarle acerca del zen. Nan-in le sirvió té. Vertió el líquido hasta llenar la taza del visitante y siguió vertiéndolo. El profesor contempló el té que se derramaba hasta que ya no pudo contenerse:
–Está completamente llena. ¡No cabe una gota más!
–Al igual que esta taza –le dijo Nan-in–, usted está lleno de sus propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo puedo mostrarle lo que es el zen a menos que primero vacíe su taza?
En los últimos meses, en el marco de una de mis colaboraciones, el tema de la prevención de riesgos y seguridad de las personas en el ámbito industrial ha sido, desgraciadamente, un tema recurrente. La primera semana de octubre fue especialmente dramática en este aspecto.
A pesar del esfuerzo invertido por las empresas, en la formación en este campo, continuamos siendo testigos de accidentes – en algunas ocasiones mortales-, que se repiten en el tiempo y que podrían prevenirse – y posiblemente evitarse – si pusiéramos mayor atención consciente en nuestra vida.
Hay una instrucción budista que nos señala el modo correcto de escuchar las enseñanzas que tiene dos aspectos: la motivación y la escucha correctas.
Creo que viene muy bien al hilo de la primera parte del artículo. Eso sí, adaptando su contexto al de las “enseñanzas” sobre la prevención de accidentes y la mejora de la seguridad laboral.
La motivación se expresa como la aspiración a que nuestros pensamientos, palabras y conductas sean del mayor beneficio los demás, entre los que por supuesto estamos nosotros mismos. Otra forma de expresarlo sería decir que nuestras acciones no causen daño a los demás ni a nosotros mismos. Esta aspiración hay que cultivarla y una recomendación al iniciar cualquier actividad es que conectemos esa motivación que la realicemos con la mayor atención consciente.
Me centraré ahora en la conducta correcta a la hora de participar en las formaciones que recibimos en la empresa. Para el tema que nos ocupa, voy a referirme a aquello que debemos evitar ayudándome de una analogía de la tradición budista que, a mi entender, ilustra el problema que estamos tratando.
Esta analogía se conoce como los tres defectos del recipiente. Aquí los recipientes somos nosotros como asistentes a los cursos de formación se ofrecen en el tema de prevención de riesgos y seguridad laboral. Veamos cuáles son.
Para finalizar, voy a referirme a la actitud que recomienda el maestro del cuento que abre el artículo: la mente de principiante.
El maestro Shunryu Suzuki contribuyó de manera decisiva a la difusión este estado de la mente a través de sus enseñanzas en la década de los 60. Una mente que puede ayudarnos a colocar el recipiente en la posición adecuada.
“En la mente del principiante hay muchas posibilidades; pero en la del experto hay pocas”.
Shunryu Suzuki[i]
[i] Senzaki, N., Reps, P. (2018): 101 cuentos zen. Ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona.
[i] Shunryu Suzuki (2012): Mente Zen, Mente De Principiante: Charlas informales sobre meditación y la práctica del Zen. Gaia Ediciones. Madrid.
Carles Ruiz-Feltrer
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2 respuestas a “Los tres defectos del recipiente… Y los accidentes laborales”